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¿CONSTRUIR UN MUNDO FRATERNAL? ¿PODREMOS?

Margarita Rojas Blanco

Dernière mise à jour : 19 oct. 2024



Las guildas más importantes de la Europa de la Edad Media y el Renacimiento, fueron las de los mercaderes y las de los artesanos. Regulaban el comercio de telas, especias, metales preciosos, e incluían entre sus filas principalmente a carpinteros, herreros, zapateros y albañiles, entre muchos otros oficios, que básicamente se especializaban en la producción y construcción de bienes.


Fueron fundamentales para el desarrollo económico y social de la Europa medieval, dejando un legado que influyó en la evolución de las asociaciones profesionales y las cámaras de comercio que tenemos en nuestros países. Surgieron en Europa alrededor del siglo XI, cuando las ciudades medievales comenzaron a crecer y se desarrollaron como centros de comercio.


Las guildas regulaban y protegían los oficios y jugaban un papel clave en la economía y la vida social de las ciudades medievales, actuando como una combinación de sindicato, cooperativa y colegio profesional. Tenían como funciones y propósitos los de regular el comercio y la producción, proteger a sus miembros y formarlos, controlar la competencia, tener influencia social, crear una red de apoyo mutuo entre sus miembros y por último organizar festividades.


¿Y cuál es el pasado de las guildas?: Respuesta: los collegia. Fueron asociaciones en la antigua Roma que pueden considerarse como predecesores de los gremios medievales. Estas asociaciones tenían diferentes funciones y podían estar formadas por personas que compartían un oficio, una religión, o un propósito común.


Los principales Collegia fueron:

  • Collegia Opificum: que eran asociaciones de artesanos y comerciantes.

  • Collegia Religiosa: dedicados al culto de una deidad específica o a la organización de rituales religiosos.

  • Collegia Funerática: que se encargaban de proporcionar servicios funerarios y de asegurar que sus miembros tuvieran un entierro adecuado.

  • Collegia Militaris: grupos formados por soldados o veteranos con el propósito de apoyo mutuo y camaradería.


Los collegia existieron desde la República Romana (alrededor del siglo V antes de nuestra era) hasta el final del Imperio Romano, en el siglo V después de nuestra era y jugaron un papel importante en la vida de la antigua Roma, proporcionando un modelo organizativo que influyó en las estructuras corporativas y gremiales de épocas posteriores.


El principal collegia fue el de los Navicularii, que eran los armadores o propietarios de barcos que se dedicaban al transporte marítimo de mercancías. El Collegia Naviculariorum fue fundamental para el comercio y la economía romana, y desempeñaba un papel estratégico en el sostenimiento de las campañas militares.


Con el tiempo, el Estado romano comenzó a regular más estrictamente las actividades de los navicularii, especialmente a medida que el transporte de alimentos y otros bienes esenciales, se volvía más crítico para la estabilidad del imperio. Fue tal su influencia, que el Estado romano las supervisaba y, en algunos casos, regulaba sus actividades, cuando estos se consideraban potencialmente subversivos o contrarios al orden establecido. Durante el Imperio, algunos emperadores restringieron y disolvieron los collegia que se consideraban políticamente peligrosos y este es el punto de mi escrito mis queridos hermanos.


Como vemos, aproximadamente desde el siglo V antes de nuestra era, los seres humanos nos perseguimos por pensar diferente, por levantar la cabeza y ver más allá, por unirnos en grupos de apoyo y reflexionar sobre lo que nos rodea. Pero esto en últimas no es el problema, porque hace parte de la condición humana y ante ella, es muy difícil hacer alguna modificación.


Lo que sí es realmente problemático, es que en el siglo XXI, es decir, 26 siglos después del nacimiento de los Navicularii, sigamos con esa costumbre de perseguir al otro, porque piensa diferente o porque hace lo que yo no soy capaz. No hemos aprendido nada. Ser mezquino es una costumbre que sabe tener la gente, y en el gremio de los masones sí que hay mezquinos.


Por esto cuando vi que el título de este encuentro era “construir un mundo fraternal” les confieso que me causó gracia, pues se parece a los títulos de las jornadas del colegio de mi hija, que estudia el primer año de secundaria. No sé si es un título muy inocente y candoroso o hace parte precisamente de esa vista periférica que tenemos los humanos, en donde sabemos lo que está pasando a nuestro alrededor, pero le prestamos poca atención, porque lo importante es lo que tenemos al frente, así lo de los lados sea en un momento dado, algo vital.


Llevamos 26 siglos persiguiendo al otro por pensar diferente y por organizarse, y muchos queridos hermanos, me temo que pasarán al oriente eterno, sin haber recibido nunca una disculpa, un homenaje o un desagravio, por el mal que le hicimos otros masones, pero sobre todo, de quienes hacen del sectarismo o del matoneo una forma de relacionarse, de una muy mal entendida fraternidad, a todas luces excluyente y me atrevo a decir, de unas actitudes malsanas patológicas, sin mencionar el mañoso malletazo, para consolidar un poder que solo existe en una vanidad sin altura ni grandeza. Es lamentable que una organización como la masonería se llene la boca hablando de libertad, igualdad y fraternidad, cuando lo que practica en muchos casos es la exclusión odiosa de sus hermanos y el ataque rastrero, llegando hasta convertirlos en parias de la orden.


Los pasquines, los correos anónimos, los chismes, los comentarios de pasillo, tienen a veces más credibilidad para algunos hermanos, que las propias acciones de los otros y son utilizados como medio de comunicación para difamar la buena honra de un hermano, para atacarlo o anularlo, para poder lograr lo que con sabiduría, talento y esfuerzo no pudieron.


Si queremos caminar “hacia un mundo fraternal”, tenemos que revisarnos a nosotros mismos, con quienes nos rodeamos, con quienes nos agrupamos. Estoy segura de que algunos de los queridos hermanos presentes en este recinto, han sido atacados por los que se dicen sus hermanos o amigos y que hasta de pronto, sus verdugos estén también aquí mismo, en este auditorio, pero por cosas de intereses particulares y agendas ocultas, se sigan dando el triple abrazo hipócrita, porque la fraternal puñalada ya se les volvió paisaje.


Si de verdad queremos construir un mundo fraternal, tenemos que ser más técnicos y menos políticos y para esto debemos revisar de manera honesta y crítica nuestro entorno. Cuando decimos “construir un mundo fraternal” de manera implícita se entiende que no estamos en un mundo fraternal, en este sentido, estamos diciendo que estamos en un mundo hostil, entonces nos enfrentamos a un problema y es un problema de orden público, no privado.


Las naciones enfocan los recursos públicos a la solución de sus problemas y para poder resolverlos, se acude a metodologías de trabajo que buscan desmenuzar esos problemas, hasta encontrar sus causas desencadenantes y es a ellas a las que se les busca financiación en dinero, para poder ejecutar las actividades necesarias que logren acabar con las causas que crearon los problemas.


En esta revisión de los problemas, lo que más hace ruido son los efectos del problema y aquí radica la lentitud de las soluciones: los efectos son mediáticos, escandalosos y es por esto que el gerente público no se puede distraer. La pobreza por ejemplo no es una causa, es un efecto, muy mediático y ruidoso, pero es la consecuencia de algo más, es el efecto de una falencia. Pero ojo, un problema no es la ausencia de una solución.


En el ejercicio de mi carrera profesional he realizado este trabajo cientos de veces con las comunidades más pobres de mi país, en la búsqueda de gestionar proyectos de cooperación internacional y lograr recursos que el gobierno direccione a estas comunidades, y la manera de entender la situación problemática para poder construir el mejor proyecto posible y de alto impacto, es desmenuzando las situaciones presentes para encontrar las causas. Entro entonces a revisar esa causa y ahí es donde debo dirigir a la cooperación internacional para su eliminación y evitar que se produzca el efecto pobreza. Una herramienta poderosa para este tipo de ejercicios es la Matriz Vester. Imagínense mis queridos hermanos una Matriz Vester de la mano de una escuadra, de un compás, de un nivel.


Como ven mis queridos hermanos, resolver un problema requiere de un análisis juicioso. Decir “tenemos que acabar con la pobreza” es un discurso sensacionalista pero que no conduce a nada de manera específica. Mientras que decir “tenemos que construir más escuelas para que las personas puedan formarse y conseguir trabajo” suena muy largo, no es un título sofisticado, pero, sobre todo, requiere de mucho trabajo. Es una logística enorme pero que si solucionará un problema. Construir un mundo fraternal para acabar con un mundo hostil es un enunciado efectista, pero poco práctico. ¿Qué es construir un mundo fraternal? Aterricemos la idea mis queridos hermanos. Pongámosle nombres específicos a eso, planteemos los problemas de nuestras ciudades, de nuestros barrios, de nuestras logias, de nuestras grandes logias y analicemos sus causas y seamos rigurosos y pongámonos en la tarea.


Queridos hermanos, recordemos las guildas y los collegia y su objetivo principal, el apoyo entre iguales. Está demostrado a lo largo de la historia, que la cooperación es más efectiva que la competencia y nos hace llegar más lejos. Si no hubiera sido por esos hermanos visionarios del siglo V antes de nuestra era, que vieron en la cooperación el arma más poderosa de destrucción masiva de la soledad humana, no estaríamos aquí desde el privilegio que nos cobija, hablando de la condición humana.


El que CIMAS nos convoque en buena hora a reflexionar sobre cómo podemos construir un mundo fraternal, nos está invitando a que seamos más dignos de esos hermanos revolucionarios de hace 26 siglos, y yo acepto humildemente esta invitación a trabajar por un mundo más feliz, como nos invitan los documentos fundacionales del Rito Escoces Antiguo y Aceptado, porque solo fortaleciendo la fraternidad interna de la Orden, podremos lanzarnos a la aventura de construir una humanidad fraternal.



Muchas gracias por escucharme queridos hermanos.


Es mi palabra.

Margarita ROJAS BLANCO


Ponencia presentada en el XII Coloquio de la Confederación Interamericana de Masonería Simbólica (CIMAS) en el Or.·. de Montevideo, Uruguay, el día 21 de septiembre del año en curso, sobre la "Construcción de un Mundo más Fraternal"



 

BUILDING A FRATERNAL WORLD? CAN WE?



The most important guilds in medieval and Renaissance Europe were those of merchants and craftsmen.

They regulated the trade of textiles, spices, precious metals, and included among their ranks primarily carpenters, blacksmiths, shoemakers, and masons, among many other trades, which were essentially specialized in the production and construction of goods.

They were fundamental to the economic and social development of medieval Europe, leaving behind a legacy that influenced the evolution of professional associations and chambers of commerce in our countries. Guilds emerged in Europe around the 11th century when medieval cities began to grow and developed as centers of trade.

 

The guilds regulated and protected trades and played a key role in the economy and social life of medieval cities, acting as a combination of a union, cooperative, and professional college. Their functions and purposes included regulating trade and production, protecting and training their members, controlling competition, exerting social influence, creating a mutual support network among members, and, finally, organizing festivities.

 

What is the precursor to the guilds? Answer: the collegia. These were associations in ancient Rome that can be considered as predecessors of the medieval guilds. These associations had different functions and could be formed by people who shared a trade, a religion, or a common purpose.

 

The main collegia were:

  • Collegia Opificum: associations of craftsmen and traders.

  • Collegia Religiosa: dedicated to the worship of a specific deity or the organization of religious rituals.

  • Collegia Funerática: responsible for providing funeral services and ensuring their members had a proper burial.

  • Collegia Militaris: groups formed by soldiers or veterans with the purpose of mutual support and camaraderie.

 

The collegia existed from the Roman Republic (around the 5th century BCE) until the end of the Roman Empire in the 5th century CE, playing an important role in ancient Roman life. They provided an organizational model that influenced the corporate and guild structures of later times.

The most prominent collegium was the Collegium Naviculariorum, composed of shipowners engaged in maritime trade. The Collegium Naviculariorum was essential to Roman trade and economy and played a strategic role in supporting military campaigns.

 

Over time, the Roman state began to regulate the activities of the navicularii more strictly, especially as the transport of food and other essential goods became increasingly critical to the stability of the empire.

 

Their influence was so great that the Roman state supervised and, in some cases, regulated their activities when they were considered potentially subversive or contrary to the established order. During the Empire, some emperors restricted and dissolved the collegia that were deemed politically dangerous, and this is the point of my writing, dear brothers.

 

As we can see, since approximately the 5th century BCE, humans have been persecuted for thinking differently, for raising their heads and looking beyond, for organizing into support groups and reflecting on the world around them. But this, in the end, is not the problem, because it is part of the human condition, and against that, it is very difficult to make any changes.

 

What is truly problematic is that in the 21st century, 26 centuries after the birth of the Navicularii, we continue this custom of persecuting others because they think differently or because they do what we are not capable of doing ourselves. We have learned nothing. Being petty is a common trait among people, and in the guild of Freemasons, there are indeed petty individuals. For this reason, when I saw that the title of this meeting was «Building a Fraternal World,» I must confess, it made me smile, as it reminded me of the themes of my daughter’s school events; she is in her first year of secondary school. I don’t know if it is an overly naive and innocent title or if it is part of that peripheral vision that humans have, where we know what is happening around us but pay little attention to it because what matters is what is directly in front of us, even if what is on the sides might, at a given moment, be something vital.

 

We have spent 26 centuries persecuting others for thinking differently and for organizing themselves, and many dear brothers, I fear, will pass to the eternal East without ever receiving an apology, a tribute, or restitution for the harm caused by other Freemasons, but above all, by those who make sectarianism or bullying a way of relating, born of a deeply misunderstood and patently exclusive fraternity. I dare say such behavior is pathological, without even mentioning the manipulative gavel, used to consolidate power that exists only in vanity without nobility or greatness. It is lamentable that an organization like Freemasonry so loudly proclaims liberty, equality, and fraternity, yet in many cases, practices hateful exclusion and despicable attacks, turning its brothers into pariahs of the Order.

Pamphlets, anonymous emails, rumors, and hallway gossip sometimes have more credibility for some brothers than the actual actions of others, and these methods are used as communication tools to defame the good name of a brother, to attack or nullify him, to achieve what could not be done with wisdom, talent, or effort.

 

If we want to «walk towards a fraternal world,» we must first examine ourselves, those around us, and those we associate with. I am certain that some of the dear brothers present in this hall have been attacked by those who call themselves brothers or friends, and perhaps even, their executioners are sitting here, in this very auditorium. But due to personal interests and hidden agendas, they continue to give the triple hypocritical embrace, because the fraternal dagger has become a common sight.

 

If we truly wish to build a fraternal world, we need to be more technical and less political, and for this, wemust honestly and critically review our surroundings. When we say «building a fraternal world,» we implicitly acknowledge that we are not currently in a fraternal world. In this sense, we are stating that we are in a hostile world, and thus, we face a problem—and it is a problem of public order, not a private one.

 

Nations direct public resources towards solving their problems, and in order to resolve them, they use working methodologies aimed at dissecting those problems until they identify their root causes. Once these causes are found, they seek funding to carry out the necessary activities to eradicate the causes that created the problems.

 

In this process of reviewing problems, what makes the most noise are the effects of the problem, and here lies the slowness of solutions: effects are media-driven, sensational, and this is why the public manager cannot be distracted. Poverty, for example, is not a cause; it is an effect, a very media-driven and noisy one, but it is the consequence of something else, it is the effect of a deficiency. But beware, a problem is not the absence of a solution.

 

In my professional career, I have done this work hundreds of times with the poorest communities in my country, seeking to manage international cooperation projects and secure resources that the government can direct to these communities. The way to understand the problematic situation in order to build the best possible high-impact project is to dissect the present situations to find the causes. I then examine those causes, and that is where I direct international cooperation to eliminate them and prevent the poverty effect from occurring. A powerful tool for these types of exercises is the Vester Matrix. Imagine, dear brothers, a Vester Matrix alongside a square, a compass, and a level.

 

As you can see, dear brothers, solving a problem requires a thorough analysis. Saying "we must eradicate poverty" is a sensationalist speech but leads nowhere specific. Whereas saying «we must build more schools so that people can be educated and find work» may sound long, is not a sophisticated title, but more importantly, it requires a lot of work. It is a massive logistical effort, but one that will solve a problem. Building a fraternal world to end a hostile world is an effective phrase but impractical. What does "Building a fraternal world" mean? Let us ground the idea, dear brothers. Let us give it specific names, let us address the problems in our cities, in our neighborhoods, in our lodges, in our Grand Lodges, analyze their causes, be rigorous, and commit to the task.

Dear brothers, let us remember the guilds and the collegia and their primary purpose: mutual support among equals. History has shown that cooperation is more effective than competition and takes us further.

 

If not for those visionary brothers from the 5th century BCE who saw cooperation as the most powerful weapon of mass destruction against human loneliness, we would not be here, from our privileged position, discussing the human condition.

 

That CIMAS has summoned us at the right time to reflect on how we can build a fraternal world is an invitation for us to be more worthy of those revolutionary brothers from 26 centuries ago. And I humbly accept this invitation to work for a happier world, as the foundational documents of the Ancient and Accepted Scottish Rite invite us to do, for only by strengthening the internal fraternity of the Order can we embark on the adventure of building a fraternal humanity.

Thank you, dear brothers, for listening to me.

 



This is my word.

 

Margarita Rojas Blanco

M.·. M.·.

 

Presentation given at the XII Colloquium of the Inter-American Confederation of Symbolic Freemasonry (CIMAS) in Montevideo, Uruguay, on September 21 of this year, on the theme: "Building a More Fraternal World



 


CONSTRUIRE UN MONDE FRATERNEL ?

LE POUVONS-NOUS ?



Les guildes les plus importantes de l’Europe médiévale et de la Renaissance étaient celles des

marchands et des artisans. Elles régulaient le commerce de tissus, d’épices, de métaux

précieux, et incluaient dans leurs rangs principalement des charpentiers, des forgerons, des

cordonniers et des maçons, parmi de nombreux autres métiers, qui se spécialisaient

essentiellement dans la production et la construction de biens.


Elles ont été fondamentales pour le développement économique et social de l’Europe

médiévale, laissant un héritage qui a influencé l’évolution des associations professionnelles et

des chambres de commerce que nous avons dans nos pays. Elles sont apparues en Europe

autour du XIe siècle, lorsque les villes médiévales ont commencé à croître et à se développer

en tant que centres de commerce.


Les guildes régulaient et protégeaient les métiers et jouaient un rôle clé dans l’économie et la

vie sociale des villes médiévales, agissant comme une combinaison de syndicat, de

coopérative et de collège professionnel. Elles avaient pour fonctions et objectifs de réguler le

commerce et la production, de protéger leurs membres et de les former, de contrôler la

concurrence, d'exercer une influence sociale, de créer un réseau de soutien mutuel entre leurs

membres et, enfin, d’organiser des festivités.


Quel est le passé des guildes ? Réponse : les collegia. Ce furent des associations dans la

Rome antique qui peuvent être considérées comme les prédécesseurs des guildes médiévales.

Ces associations avaient différentes fonctions et pouvaient être composées de personnes

partageant un métier, une religion ou un objectif commun.


Les principaux collegia étaient :

  • Collegia Opificum : associations d’artisans et de commerçants.

  • Collegia Religiosa : dédiées au culte d'une divinité spécifique ou à l'organisation de

    rituels religieux.

  • Collegia Funeratica : chargées de fournir des services funéraires et de s'assurer que

    leurs membres aient une sépulture appropriée.

  • Collegia Militaris : groupes formés de soldats ou de vétérans ayant pour but l'entraide et

    la camaraderie.


Les collegia ont existé depuis la République romaine (vers le Ve siècle avant notre ère) jusqu'à

la fin de l'Empire romain, au Ve siècle après notre ère, et ont joué un rôle important dans la vie

de la Rome antique, fournissant un modèle organisationnel qui a influencé les structures

corporatives et les guildes des époques ultérieures.


Le principal collegium était celui des Navicularii, qui étaient les armateurs ou propriétaires de

navires, engagés dans le transport maritime de marchandises. Le Collegium Naviculariorum

était fondamental pour le commerce et l’économie romaine, jouant un rôle stratégique dans le

soutien des campagnes militaires.


Avec le temps, l'État romain commença à réglementer plus strictement les activités des

navicularii, en particulier à mesure que le transport des denrées alimentaires et d'autres biens

essentiels devenait de plus en plus critique pour la stabilité de l'empire. Leur influence était telle

que l'État romain supervisait et, dans certains cas, régulait leurs activités lorsque celles-ci

étaient considérées comme potentiellement subversives ou contraires à l'ordre établi. Durant

l'Empire, certains empereurs ont restreint et dissous les collegia considérés comme

politiquement dangereux, et c’est là le point de mon écrit, mes chers frères.

Comme nous pouvons le constater, depuis environ le Ve siècle avant notre ère, les êtres

humains se poursuivent pour penser différemment, pour lever la tête et voir au-delà, pour s'unir

en groupes de soutien et réfléchir à ce qui les entoure. Mais cela, en fin de compte, n'est pas le

problème, car cela fait partie de la condition humaine, et face à celle-ci, il est très difficile de

faire des modifications.


Ce qui est véritablement problématique, c’est qu’au XXIe siècle, c'est-à-dire 26 siècles après la

naissance des Navicularii, nous continuons avec cette habitude de persécuter l’autre, parce

qu'il pense différemment ou parce qu’il fait ce dont je suis incapable. Nous n’avons rien appris.

Être mesquin est une habitude que les gens savent bien entretenir, et dans la guilde des

maçons, il y a effectivement des mesquins. C’est pour cela que lorsque j’ai vu que le titre de

cette rencontre était “construire un monde fraternel”, je vous avoue que cela m’a fait sourire, car

cela ressemble aux intitulés des journées scolaires de ma fille, qui est en première année de

collège. Je ne sais pas si c'est un titre très innocent et candide ou s'il fait précisément partie de cette vision périphérique que nous, les humains, avons, où nous savons ce qui se passe autour

de nous, mais à quoi nous prêtons peu d’attention, car ce qui importe, c’est ce que nous avons

en face de nous, même si ce qui se trouve sur les côtés peut être à un moment donné quelque

chose de vital.


Nous passons 26 siècles à persécuter l'autre pour penser différemment et pour s'organiser, et beaucoup de chers frères, je crains, passeront à l'orient éternel sans avoir jamais reçu

d'excuses, d'hommage ou de réparation pour le mal que d'autres maçons leur ont fait, mais surtout, de ceux qui font du sectarisme ou de l’intimidation une forme de relation, une fraternité très mal comprise, manifestement exclusive, et je me permets de dire, avec des attitudes malsaines et pathologiques, sans mentionner le coup de maillet malicieux pour consolider un

pouvoir qui n'existe que dans une vanité sans élévation ni grandeur. Il est déplorable qu’une

organisation telle que la maçonnerie se targue de prôner la liberté, l’égalité et la fraternité, alors

que, dans de nombreux cas, elle pratique l’exclusion odieuse de ses frères et l’attaque

sournoise, jusqu’à les transformer en parias de l’Ordre.


Les pamphlets, les courriers anonymes, les ragots, les commentaires dans les couloirs ont

parfois plus de crédibilité pour certains frères que les actions mêmes des autres et sont utilisés

comme moyen de communication pour diffamer l'honneur d’un frère, pour l’attaquer ou

l'annuler, pour obtenir ce qu’ils n’ont pas pu avec sagesse, talent et effort.


Si nous voulons avancer “vers un monde fraternel”, nous devons nous examiner nous-mêmes,

examiner ceux qui nous entourent, ceux avec qui nous nous regroupons. Je suis certaine que

certains des chers frères présents dans cette salle ont été attaqués par ceux qui se disent leurs

frères ou amis et que, peut-être même, leurs bourreaux se trouvent également ici, dans ce

même auditorium, mais, par des intérêts particuliers et des agendas cachés, ils continuent de

donner l’hypocrite triple accolade, car le coup fraternel est déjà devenu une scène commune.

Si nous voulons vraiment construire un monde fraternel, nous devons être plus techniques et

moins politiques, et pour cela, nous devons examiner de manière honnête et critique notre

environnement. Lorsque nous disons “construire un monde fraternel”, il est implicitement

compris que nous ne sommes pas dans un monde fraternel. Dans ce sens, nous déclarons que

nous sommes dans un monde hostile ; nous sommes donc confrontés à un problème, un

problème d’ordre public, non privé.


Les nations dirigent les ressources publiques vers la résolution de leurs problèmes, et pour les

résoudre, elles adoptent des méthodologies de travail visant à disséquer ces problèmes jusqu'à

en trouver les causes déclenchantes, qui doivent être financées pour exécuter les activités

nécessaires afin d'éliminer les causes de ces problèmes.


Dans cette révision des problèmes, ce qui fait le plus de bruit, ce sont les effets du problème, et

c’est là que réside la lenteur des solutions : les effets sont médiatiques, scandaleux, et c’est

pour cela que le gestionnaire public ne peut pas se distraire. La pauvreté, par exemple, n'est

pas une cause ; c'est un effet, très médiatique et bruyant, mais c'est la conséquence d'autre chose, c’est l’effet d'une défaillance. Mais attention, un problème n’est pas l'absence d'une solution.


Dans l’exercice de ma carrière professionnelle, j’ai réalisé ce travail des centaines de fois avec

les communautés les plus pauvres de mon pays, cherchant à gérer des projets de coopération

internationale et à obtenir des ressources que le gouvernement dirigera vers ces communautés.

La manière de comprendre la situation problématique pour pouvoir construire le meilleur projet

possible, à fort impact, est de disséquer les situations présentes pour trouver les causes. Je

procède alors à l'examen de cette cause, et c'est là que je dirige la coopération internationale pour son élimination et pour éviter que l’effet pauvreté ne se produise. Un outil puissant pour ce type d’exercice est la Matrice de Vester. Imaginez, mes chers frères, une Matrice de Vester accompagnée d’une équerre, d’un compas, d’un niveau.


Comme vous le voyez, mes chers frères, résoudre un problème exige une analyse minutieuse.

Dire “nous devons éradiquer la pauvreté” est un discours sensationnaliste, mais qui ne conduit

à rien de précis. Tandis que dire “nous devons construire plus d’écoles pour que les gens

puissent se former et trouver un travail” peut sembler long, ce n’est pas un titre sophistiqué,

mais surtout, cela exige beaucoup de travail. C’est une logistique énorme, mais qui résoudra un

problème. Construire un monde fraternel pour mettre fin à un monde hostile est une déclaration

frappante, mais peu pratique. Qu’est-ce que construire un monde fraternel ? Atterrissons l’idée,

mes chers frères. Donnons des noms spécifiques à cela, exposons les problèmes de nos villes,

de nos quartiers, de nos loges, de nos grandes loges, analysons leurs causes, soyons

rigoureux et mettons-nous à la tâche.


Chers frères, rappelons-nous les guildes et les collegia et leur objectif principal : le soutien entre

égaux. Il est démontré tout au long de l’histoire que la coopération est plus efficace que la

concurrence et nous permet d’aller plus loin. Si ce n’était pour ces frères visionnaires du Ve

siècle avant notre ère, qui ont vu dans la coopération l’arme la plus puissante de destruction

massive de la solitude humaine, nous ne serions pas ici, bénéficiant du privilège qui nous

protège, en train de parler de la condition humaine.


Que le CIMAS nous invite à bon escient à réfléchir sur comment nous pouvons construire un

monde fraternel est une invitation à devenir plus dignes de ces frères révolutionnaires d'il y a 26

siècles. J'accepte humblement cette invitation à travailler pour un monde plus heureux, comme

nous y invitent les documents fondateurs du Rite Écossais Ancien et Accepté, car ce n’est

qu’en renforçant la fraternité interne de l’Ordre que nous pourrons nous lancer dans l’aventure de construire une humanité fraternelle.



Merci de m’avoir écoutée, chers frères.


J'ai dit

Margarita ROJAS BLANCO

M.·. M.·.


Exposé présenté au XIIe Colloque de la Confédération Interaméricaine de Maçonnerie Symbolique (CIMAS) à l’Or.·. de Montevideo, Uruguay, le 21 septembre de cette année, sur le thème "Construire un Monde Plus Fraternel"




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