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DEL UBUNTU Y LA BUSQUEDA DE LA PAZ EN CLAVE MASÓNICA

Margarita Rojas Blanco



DEL UBUNTU Y LA BUSQUEDA DE LA PAZ EN CLAVE MASÓNICA

Por Margarita ROJAS BLANCO


La construcción de una paz justa y perfecta es una suma de esfuerzos conjuntos, que implican el trabajo armónico de cientos de miles de personas, cada una con sus propios filtros, con los que miden, evalúan y califican el mundo que los rodea. Es por esto que es una tarea tan compleja. En la Masonería este esfuerzo lo asumimos como un trabajo de enjambre, justo y perfecto, que sería algo parecido a la regla ética mundial conocida como “Ubuntu”.


El concepto aparece inicialmente en Sudáfrica enfocado en la lealtad y en las relaciones entre las personas. Por su parte, la palabra procede de las lenguas zulú y xhosa en donde designa una actitud prevaleciente entre los nativos del extremo sur de África que surge del dicho popular "umuntu, ngumuntu, ngabantu", que significa "una persona es una persona a causa de las demás”.


Trayéndolo a la Orden, implica que los masones tenemos el deber y sobre todo el derecho, de usar nuestras herramientas, nuestra escuadra y nuestro compás, en la construcción de una paz justa y perfecta, porque cualquier masón es todos los masones. Lo somos porque los demás nos reconocen como tal.


Es usual que utilicemos la expresión “justo y perfecto” durante la realización de los trabajos en nuestros talleres, para indicar, por dar un ejemplo, que se cumplió con las condiciones requeridas durante la ejecución de un ritual. Si analizamos la expresión debemos comenzar por definir cada palabra, en donde justo hace referencia a los principios morales que buscan obrar con pleno respeto a la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde, y perfecto nos dice que una cosa tiene todas las cualidades requeridas o deseables, sin importar si estamos hablando de algo moralmente bueno o malo.


Podemos entonces decir que algo es justo y perfecto dependiendo de la idea que un grupo de personas tenga con respecto a estas dos palabras. Y aquí es donde viene lo interesante: un grupo de personas, son todas las personas: son las personas que lo conforman, las que rodean a cada una de esas personas, las que han pasado por la vida de esas personas, las que han significado algo, las personas que han amado y las que han odiado, las que han sido sus referentes morales, profesionales y éticos, los personajes históricos admirados y que los han influenciado, sus ejemplos seguidos, etc., etc. Por eso es por lo que yo soy todos. En este sentido, justo y perfecto puede ser muy diferente para dos personas.



Cuando se habla de la paz, casi siempre todos están de acuerdo en que significa, pues podemos decir de manera acertada, que es la ausencia de guerra. En eso no hay muchas discusiones y el irenólogo nos lo puede comprobar. Lo difícil es cuando se entra en el terreno de la “construcción de paz”, porque los discursos pontificantes con paciencia y tiempo se pueden construir de manera magistral, pero llevarlos a la práctica es entrar en los terrenos del obrero, los más difíciles.


Decía Desmon Tutu: “Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para las demás, respalda a las demás, no se siente amenazada cuando otras son capaces y son buenas en algo, porque está segura de sí misma ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otras son torturadas u oprimidas.”


El obrero hace cálculos en su cabeza, escribe las fórmulas en un papel, hace la lista de los elementos necesarios y se dirige a una ferretería a comprarlos, todos los obreros tienen una cinta métrica, pieza perfecta que permite una medición exacta, justa y perfecta. El calibre, que brinda medidas precisas, principalmente de diámetros exteriores, interiores o profundidades. El nivel, que se utiliza para determinar el grado de horizontalidad o verticalidad de una superficie. La plomada, pieza metálica en forma cónica que puede colgarse de una cuerda para verificar la verticalidad de una superficie. La espátula, lámina flexible, plana, metálica o plástica, utilizada para limpiar, raspar, alisar, rellenar juntas, entre otros y podríamos seguir con muchas más herramientas manuales como los destornilladores, las llaves, el cincel, la pala, el martillo, la carretilla…


Luego de que consiguió las herramientas y materiales para realizar su construcción, viene entonces la ejecución de la obra, con su equipo de trabajo, conformado por obreros, oficiales y maestros de obra que deberán ponerse de acuerdo para poder realizar una buena construcción. Generalmente los maestros de la construcción advierten que si bien construir una casa se puede demorar un mes, dejándola en obra gris, la ejecución de los detalles puede demorar mucho tiempo más, casi el doble. Vemos entonces que para que quede justa y perfecta, se requiere que sucedan muchas cosas e intervienen muchos factores.


Con la construcción de la paz sucede algo similar. De acuerdo con los estudios realizados a los diferentes conflictos armados ocurridos a lo largo de la historia de la humanidad, cuando se firma un acuerdo de paz, viene un periodo necesario de estabilización del territorio, donde se debe hacer reconstrucción física (infraestructura) y psicológica (tejido social) del país en cuestión.


Esto es reconstruir ciudades, infraestructura vial, hospitales, escuelas, parques, etc., y tratamiento psicológico para las víctimas del conflicto y en general para todas las personas, pues se le debe enseñar a la gente que significa vivir en paz y cómo es eso, cosa bastante compleja. Este proceso puede demorar unos 30 años dependiendo de la economía del país y la voluntad política de los mandatarios de turno. Cuando el territorio tenga garantizados todos estos factores, viene la etapa de consolidación de la paz, donde la comunidad encuentra que todas sus necesidades básicas están satisfechas, tiene salud, comida, educación, un techo, trabajo y recreación de fácil acceso, de acceso “justo”, entonces vemos que allí la paz tiene un ambiente propicio para hacer raíces. Esto son más o menos otros 50 años nos dice la historia de los conflictos armados en el mundo para el logro de una paz justa y perfecta.


Y surge aquí entonces el problema de que es justo y perfecto para cada persona.


Hablamos de lo básico. Para citar un solo ejemplo, podemos traer a cuento que Colombia tiene en el Registro Único de Victimas a 9.625.203 personas. Una cifra dolorosa con la que se convive sin verla. Así mismo Colombia fue capaz de construir uno de los acuerdos de paz con las garantías más robustas que se haya firmado nunca en el mundo. El proceso de reincorporación colombiano tiene estipulados siete componentes, que garantizan la permanencia de los excombatientes en los caminos de la paz y el no regreso a las armas: educativo, sostenibilidad económica, habitabilidad y vivienda, salud, bienestar psicosocial integral, familiar y comunitario.


Todo está dado para Colombia, como todo fue dado en el Acuerdo de Viernes Santo firmado en Belfast con elegantes estilógrafos en 1998 por parte de británicos e irlandeses, poniendo fin a un conflicto de 30 años que tuvo entre sus momentos para nunca dejar en el olvido, el “domingo sangriento” de 1972. Sunday bloody sunday cantaba Bono 10 años después y en otros 10 años más, en Sudáfrica se consolidaba la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y se estructuraba la Justicia Transicional tras casi 50 años de apartheid. Verdad, justicia, reparación y no repetición son las herramientas universales de la paz, las mismas que se deben aplicar urgentemente en Palestina, para que el conflicto geopolítico y económico cese y los herederos del bronce reciente, descendientes de los filisteos, sean un pueblo soberano.


La definición de justo y perfecto en la construcción de la paz, en la ejecución de las actividades necesarias para esa construcción de una paz estable y duradera, es lo que hace que sea una tarea tan compleja y a la vez tan hermosa. La construcción de la paz requiere de cálculos matemáticos en los territorios, la conformación de las herramientas necesarias, la consecución de los materiales requeridos, la búsqueda de los obreros y maestros con más experticia.


Los masones están llamados a hacer parte de esta construcción, realizando cálculos más finos, más delicados, como conocedores de primera mano del uso de unas herramientas maravillosas, como son la escuadra, el compás y la llana: la escuadra como símbolo de la virtud, el compás como símbolo de los límites con los que debemos mantenernos cualquier masón respecto a los demás, y la llana para hacer desaparecer las asperezas.


Estos pequeños cálculos son los más poderosos, son los que lograrán que cualquier paz sea estable y duradera, porque son los que van al origen del problema, a la causa, a lo que hizo que una persona, en un pueblo que parece un paraíso en la Colombia profunda del Vichada, tomara la decisión de vida de portar un arma en su cinto.


Es aquí donde el masón está en su derecho y obligación de aportar a la construcción de paz, porque un masón es todos los masones.


Es mi palabra.

Margarita ROJAS BLANCO


 


Ubuntu and the Search for Peace in a Masonic Key

by Margarita ROJAS BLANCO


The construction of a just and perfect peace is the result of collective efforts, involving the harmonious work of hundreds of thousands of people, each with their own filters through which they measure, evaluate, and judge the world around them. This is why it is such a complex task. In Freemasonry, we undertake this effort as a hive-like work, just and perfect, which closely resembles the global ethical rule known as Ubuntu.


The concept first emerged in South Africa, focusing on loyalty and human relationships. The word itself comes from the Zulu and Xhosa languages, where it refers to an attitude prevalent among the native peoples of the southernmost regions of Africa. It derives from the popular saying: "umuntu, ngumuntu, ngabantu", which means "a person is a person because of others."


Bringing this idea to our Order, it implies that Freemasons have both the duty and, above all, the right to use our tools—our square and compasses—to build a just and perfect peace, because any one Mason is all Masons. We are Masons because others recognize us as such.


It is common for us to use the expression "just and perfect" in our lodge work to indicate, for instance, that all required conditions were met during a ritual. If we analyze the phrase, we must begin by defining each word. "Just" refers to moral principles that seek to act with full respect for the truth, giving each their due. "Perfect" means something possesses all the necessary or desirable qualities, regardless of whether we speak of something morally good or bad.


We can thus say that something is just and perfect depending on how a group of people interprets these two words. And this is where the truly interesting part begins: a group of people is all people. It includes those who compose it, those who surround them, those who have passed through their lives, those who have meant something to them, those they have loved and those they have hated, their moral, professional, and ethical role models, the historical figures they admire, and the examples they follow. This is why I am all.



In this sense, "just and perfect" can have very different meanings for two individuals.


When speaking of peace, most people generally agree on its meaning: we can correctly define it as the absence of war. There is little debate on this point, and irenologists can confirm it. The challenge arises when we discuss "peacebuilding," because pontificating speeches can be beautifully crafted with time and patience, but putting them into practice requires the work of the builder, the most difficult task of all.


Desmond Tutu said:


"A person with Ubuntu is open and available to others, supports others, and does not feel threatened when others are capable and excel at something, because they are secure in themselves. They know they belong to a greater whole and are diminished when others are humiliated or demeaned, when others are tortured or oppressed."


A builder makes calculations in his mind, writes formulas on paper, lists the necessary materials, and heads to the hardware store to purchase them. All builders have measuring tools—a measuring tape, a caliper, a level, a plumb bob, a spatula, and many more tools, including screwdrivers, wrenches, chisels, shovels, hammers, wheelbarrows...


Once he has gathered the tools and materials for the construction, he proceeds with the execution of the work, alongside a team composed of laborers, officers, and master builders who must agree on a shared plan to carry out a good construction. Master builders often warn that while erecting the structure may take a month, finishing the details can take almost twice as long. We thus see that for a work to be just and perfect, many factors must come into play.


The construction of peace follows a similar process. Studies on armed conflicts throughout history show that after a peace agreement is signed, a period of stabilization is necessary. This phase involves both physical reconstruction (infrastructure) and psychological reconstruction (social fabric) of the affected nation.


This means rebuilding cities, roads, hospitals, schools, parks, and providing psychological treatment for the conflict’s victims and for society as a whole, since people must be taught how to live in peace—a remarkably complex endeavor. This process can take up to 30 years, depending on the country's economy and the political will of its leaders.


Once all these factors are in place, the consolidation phase of peace begins. In this stage, the community finds that its basic needs are met—health, food, education, housing, employment, and recreation, all available with fair access. It is then that peace has the right environment to take root. History tells us that achieving a just and perfect peace can take around 50 more years.

And here arises the central challenge: What is "just and perfect" for each person?

We are talking about the basics. To cite just one example, Colombia has 9,625,203 registered victims in its National Victims’ Registry—a painful statistic that is lived with but rarely seen. At the same time, Colombia has built one of the most comprehensive peace agreements ever signed in the world.


The Colombian reintegration process includes seven components that ensure former combatants remain on the path of peace and do not return to arms:

1. Education

2. Economic sustainability

3. Housing and habitability

4. Health

5. Comprehensive psychosocial well-being

6. Family integration

7. Community engagement


Colombia has the potential for peace, just as the Good Friday Agreement in Belfast in 1998 marked the end of a 30-year conflict between the British and the Irish, after events like Bloody Sunday in 1972. Ten years later, Bono sang "Sunday Bloody Sunday," and a decade after that, South Africa established the Truth and Reconciliation Commission following 50 years of apartheid.


Truth, justice, reparation, and non-repetition are the universal tools of peace—the same ones that urgently need to be applied in Palestine, so that geopolitical and economic conflicts cease, and the heirs of the bronze age, descendants of the Philistines, can become a sovereign people.

The definition of "just and perfect" in peacebuilding is what makes this endeavor both profoundly complex and beautiful. It requires:

• Mathematical calculations on the ground

• Gathering the right tools

• Securing the necessary materials

• Finding the most skilled builders and masters

Freemasons are called to be part of this construction, making finer, more delicate calculations, as experts in the use of symbolic tools:

• The Square as a symbol of virtue

• The Compasses as a symbol of the moral boundaries that every Mason must maintain in relation to others

• The Trowel to smooth out roughness and unite what is divided


These small calculations are the most powerful ones. They are the key to making any peace stable and lasting, because they address the root cause of conflict—the origin of what led a person, in a remote paradise-like town in Colombia’s Vichada region, to choose a life of carrying a weapon.


This is where the Mason is both entitled and obligated to contribute to peacebuilding—because one Mason is all Masons.


This is my word.

Margarita ROJAS BLANCO



 

De l’Ubuntu et la quête de la paix dans une perspective maçonnique

par Margarita ROJAS BLANCO


La construction d’une paix juste et parfaite est le résultat d’un effort collectif, impliquant le travail harmonieux de centaines de milliers de personnes, chacune avec ses propres filtres à travers lesquels elles mesurent, évaluent et jugent le monde qui les entoure. C’est pourquoi cette tâche est si complexe. Dans la Franc-maçonnerie, nous considérons cet effort comme un travail d’essaim, juste et parfait, qui s’apparente à la règle éthique universelle connue sous le nom d’Ubuntu.


Ce concept est apparu pour la première fois en Afrique du Sud, mettant l’accent sur la loyauté et les relations humaines. Le mot lui-même provient des langues zoulou et xhosa, où il désigne une attitude prédominante parmi les peuples autochtones du sud de l’Afrique. Il est issu de l’adage populaire : "umuntu, ngumuntu, ngabantu", qui signifie : "une personne est une personne grâce aux autres."


Appliqué à notre Ordre, cela signifie que les Francs-maçons ont à la fois le devoir et surtout le droit d’utiliser leurs outils—l’équerre et le compas—pour construire une paix juste et parfaite, car tout Franc-maçon est l’ensemble des Francs-maçons. Nous le sommes parce que les autres nous reconnaissent comme tels.


Il est courant d’utiliser l’expression "juste et parfait" dans nos travaux en loge, pour indiquer, par exemple, que toutes les conditions requises ont été respectées lors de l’exécution d’un rituel. Si nous analysons cette expression, nous devons d’abord définir chaque terme :

• "Juste" fait référence aux principes moraux qui visent à agir dans le plein respect de la vérité et à donner à chacun ce qui lui revient.

• "Parfait" signifie que quelque chose possède toutes les qualités requises ou souhaitables, indépendamment du fait que nous parlions de quelque chose de moralement bon ou mauvais.


On peut donc dire qu’une chose est juste et parfaite selon la perception qu’un groupe de personnes a de ces deux mots. Et c’est là que réside l’intérêt de cette réflexion :


Un groupe de personnes, c’est l’ensemble des individus qui le composent. Ce sont les personnes qui les entourent, celles qui ont traversé leur vie, celles qui ont eu une influence sur elles, celles qu’elles ont aimées et celles qu’elles ont détestées, leurs référents moraux, professionnels et éthiques, les figures historiques qu’elles admirent et qui les ont influencées, les exemples qu’elles suivent, etc.


C’est pourquoi je suis tous. En ce sens, "juste et parfait" peut avoir une signification très différente pour deux personnes.


La construction de la paix : de la théorie à la pratique


Lorsqu’on parle de paix, la plupart des gens s’accordent sur sa définition : l’absence de guerre. Il y a peu de débats à ce sujet, et l’irenologue peut en témoigner.


Cependant, la difficulté apparaît lorsque nous abordons la "construction de la paix", car les discours doctrinaux peuvent être élaborés de manière magistrale avec du temps et de la patience, mais leur mise en pratique relève du travail du bâtisseur, la tâche la plus ardue.


Desmond Tutu disait :


"Une personne avec Ubuntu est ouverte et disponible pour les autres, elle soutient les autres, elle ne se sent pas menacée lorsque d’autres sont capables et talentueux, car elle est sûre d’elle-même. Elle sait qu’elle appartient à un tout plus grand, et qu’elle est diminuée lorsque d’autres sont humiliés ou méprisés, torturés ou opprimés."


Un bâtisseur fait des calculs, note des formules, dresse une liste de matériaux et se rend chez le fournisseur. Tout bâtisseur possède des outils de mesure :

• Un mètre pour des mesures exactes, justes et parfaites.

• Un pied à coulisse pour les dimensions précises.

• Un niveau pour déterminer l’horizontalité ou la verticalité.

• Un fil à plomb pour vérifier la rectitude d’une surface.

• Une truelle, outil indispensable pour lisser, unir et combler les interstices.


Une fois les outils et les matériaux réunis, vient la mise en œuvre du travail, où ouvriers, compagnons et maîtres doivent collaborer pour mener à bien l’ouvrage. Un Maître bâtisseur sait que construire une maison peut prendre un mois, mais que peaufiner les finitions peut prendre deux fois plus de temps.


Il en va de même pour la construction de la paix.


Les étapes de la construction de la paix


Selon l’étude des conflits armés dans l’histoire, une fois un accord de paix signé, un processus de stabilisation est nécessaire, impliquant :

• La reconstruction physique (infrastructures, villes, hôpitaux, écoles, routes, parcs...).

• La reconstruction psychologique (réparation du tissu social, accompagnement des victimes).


Il faut alors enseigner aux populations comment vivre en paix, un apprentissage complexe pouvant durer jusqu’à 30 ans, selon la situation économique et la volonté politique des dirigeants.


Ce n’est qu’après cela que la consolidation de la paix devient possible, lorsque la communauté voit ses besoins fondamentaux satisfaits : santé, alimentation, éducation, logement, emploi et loisirs accessibles.


L’histoire montre que l’établissement d’une paix juste et parfaite peut prendre jusqu’à 50 ans supplémentaires.


Or, la question demeure : qu’est-ce qui est juste et parfait pour chacun ?


Le rôle du Franc-maçon dans la paix


Prenons l’exemple de la Colombie, qui a recensé 9 625 203 victimes dans son Registre Unique des Victimes. Pourtant, elle a signé l’un des accords de paix les plus complets au monde, comprenant sept piliers garantissant la réintégration durable des ex-combattants :

1. Éducation

2. Soutenabilité économique

3. Habitat et logement

4. Santé

5. Bien-être psychosocial

6. Intégration familiale

7. Participation communautaire


Tout était réuni pour la Colombie, comme pour l’Accord du Vendredi Saint signé à Belfast en 1998 mettant fin à 30 ans de conflit, ou encore la Commission Vérité et Réconciliation en Afrique du Sud, après près de 50 ans d’apartheid.


Vérité, justice, réparation et non-répétition sont les outils universels de la paix, ceux qui doivent être urgemment appliqués en Palestine, pour mettre fin au conflit géopolitique et économique et permettre aux descendants des Philistins d’être un peuple souverain.


L’engagement du Franc-maçon : bâtisseur de paix


La paix, pour être juste et parfaite, doit reposer sur des calculs précis, la mise en œuvre des outils appropriés, l’obtention des matériaux nécessaires et la collaboration d’ouvriers et de maîtres expérimentés.


Les Francs-maçons sont appelés à jouer un rôle clé, en effectuant des calculs plus fins et plus subtils, car ils maîtrisent des outils puissants :

• L’Équerre, symbole de la vertu.

• Le Compas, qui trace les limites dans lesquelles tout Maçon doit évoluer avec autrui.

• La Truelle, qui unit et efface les aspérités.

Ces petits calculs sont en réalité les plus puissants, car ils s’attaquent à la racine du problème.


C’est ici que le Franc-maçon a le droit et le devoir de contribuer à la construction de la paix, car un Franc-maçon est tous les Francs-maçons.


Ceci est ma parole.


Margarita ROJAS BLANCO


 
 
 

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